Nuestra salud puede deteriorarse de muchas maneras si no le dedicamos la atención que merece. El accidente cerebrovascular sigue siendo una de las enfermedades neurológicas más devastadoras, su mortalidad es elevada y es una de las causas de discapacidad permanente. La presión arterial alta es el principal factor de riesgo, seguido de la enfermedad cardiaca, la diabetes y el tabaquismo. Este titular tan dramático también se acompaña de una buena noticia: alrededor del 80 por ciento del riesgo de accidente cerebrovascular puede deberse a factores del estilo de vida. Y por ello, si los controlamos podemos mejorar nuestra salud. Fumar, consumir bebidas alcohólicas, ser sedentarios y llevar una nutrición deficiente son variables que si las cambiamos podemos reducir la probabilidad de accidente cerebrovascular. Modifica tu estilo de vida de una vez por todas (o aprovecha para conocer más motivos para seguir viviendo saludablemente).
Mejor prevenir que curar
«A mí no me va a pasar». Eludimos el riesgo que tenemos al llevar hábitos de vida nocivos porque pensamos que las posibilidades de que nos ocurra un accidente cerebrovascular son ínfimas. Sin embargo, en muchas ocasiones el cambio drástico en favor de la salud no se da hasta que no hay un «susto». Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe repentinamente o cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe. Es importante tomar conciencia de ello antes de que sea demasiado tarde, a veces no hay segundas oportunidades. Debemos ser dueños de nuestro destino y tomar las riendas de nuestra salud. No te apoyes en las excusas, exige fuerza de voluntad y puede ser un proceso costoso, pero el esfuerzo merece la pena.
¿Qué tipo de alimentación reduce el riesgo?
Para la prevención del accidente cerebrovascular, y en general para una gran cantidad de patologías, las recomendaciones nutricionales se basan en centrar la alimentación en productos vegetales (frutas, verduras, legumbres, granos integrales…). Eso significa comer una dieta más basada en plantas, como una dieta mediterránea tradicional, no la evolución actual en la que bajo la etiqueta «mediterránea» se nos incita a consumir múltiples productos nada saludables. Una alimentación con comida real siempre va a reducir el riesgo de accidente cerebrovascular, frente a otra en la que destaquen los ultraprocesados. Además si lo combinamos con ejercicio físico la combinación es perfecta.
¿Qué tienen las dietas basadas en plantas que las hacen beneficiosas para la prevención del accidente cerebrovascular? El gran aporte de los alimentos vegetales para nuestro organismo es el aporte de fibra. Consumir 10 gramos adicionales de fibra al día se asocia con una reducción del 10 por ciento en el riesgo de derrame cerebral. La fibra es la parte del alimento que no podemos absorber pero lo que consigue es el proceso digestivo sea más lento y que asimilemos más nutrientes. Además tiene efecto antiinflamatorio. Gracias a ello, la fibra de los granos integrales se asocia con una menor probabilidad de morir no solo por un ataque cardíaco y un derrame cerebral, sino también por cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias, así como un menor riesgo de padecer otro tipo de patologías. Es decir, un menor riesgo de morir prematuramente por todas las causas combinadas. Los efectos de la fibra no se conocen con exactitud, también podría tener peso en la preservación de la salud el hecho de que comer fibra significa comer menos alimentos proinflamatorios.
La vitamina K y la coagulación sanguínea.
La vitamina K, es seguro familiar para aquellas personas con problemas circulatorios y bajo medicación. Se trata de una vitamina liposoluble presente en vegetales de hoja verde (como las acelgas y las espinacas) y verduras como el brócoli y la coliflor. También aparece en menor medida en productos como el pescado o los huevos. Es conocida como la vitamina de la coagulación, sin ella la sangre no tendría su «espesor» natural y sería como un líquido. La vitamina K resulta imprescindible para la correcta circulación sanguínea. Las personas con medicación anticoagulante como el Sintrom, deben sincronizar la dosis del medicamento con la presencia de este tipo de alimentos en su dieta. Hay muchos otros anticoagulantes que no se ven afectados por la presencia de vitamina K en la dieta. En cualquier caso los posibles cambios deben estar siempre bajo supervisión médica.